-5-
Arquitectura popular
-5.4- Chozos y construcciones pastoriles
Artículo publicado en "El Norte de Castilla"
"El arquitecto de las cabañas
Adolfo Cancho rehabilita las chozas de pastor y corralizas, un referente de la arquitectura popular del Cerrato
27.01.14 - 12:20 -
LUIS ANTONIO CURIEL | ANTIGÜEDAD
Las cabañas de pastor son un claro ejemplo de la
arquitectura popular, que encuentran en el Cerrato uno de sus máximos
exponentes en cuanto a calidad y cantidad. Este patrimonio, en la
mayoría de los casos, se encuentra en desuso y abandonado a su suerte.
Unas construcciones que en muchos casos son centenarias y cuyo
conservación se ha mantenido de generación en generación, gracias
principalmente a la labor de los pastores y ganaderos.
Se trata de un oficio que ya es residual en la comarca del
Cerrato y cuyos usos y costumbres han evolucionado a lo largo del
tiempo, lo que hace que prácticamente ya no utilicen las cabañas y
corralizas como refugio para el propio pastor y su ganado. Atrás
quedaron esas largas temporadas que pasaban los pastores en el campo con
el ganado.
Sin embargo, hay pueblos del Cerrato que luchan por
conservar este patrimonio. Baltanás cuenta con dos rutas de cabañas
pastoriles y una cabaña a escala, realizada por Anastasio Alejos, que da
la bienvenida a la localidad como reclamo de un patrimonio que todavía
cuenta con decenas de exponentes en la capital del Cerrato. Dueñas
también ha trabajado durante varios años en la recuperación de este
patrimonio con talleres de conservación realizados en el verano, con el
fin de mantener esta arquitectura popular. Otros pueblos del Cerrato
también cuentan con cabañas y corralizas, algunas conservadas por sus
propietarios, aunque en la mayoría de los casos se encuentran en un
considerable estado de deterioro.
Antigüedad ha encontrado un aliado en la conservación de
este patrimonio en uno de sus vecinos, Adolfo Cancho Cancho. Natural de
Antigüedad, donde ha trabajado como pastor, al igual que ya lo hicieron
sus antepasados, pues es un oficio familiar que se ha ido transmitiendo
de generación en generación. Una vez jubilado –tiene 80 años–, Adolfo se
ha dedicado a recuperar y realizar varias cabañas de pastor en
Antigüedad, poniendo en alza esta muestra de la arquitectura popular del
Cerrato. Además, ha donado varias maquetas de cabañas de pastor para
edificios singulares de Antigüedad y Baltanás, muchas de ellas
utilizadas en el montaje el belenes. También ha entregado una maqueta al
Museo del Cerrato Castellano.
El pasado 2 de noviembre, Adolfo Cancho recibió un cálido
homenaje de su pueblo natal, que ha quedado plasmado en la placa que el
Ayuntamiento ha colocado en su última cabaña realizada a la entrada del
pueblo. Gracias a este pastor, la localidad cerrateña disfruta de seis
nuevas cabañas que ha realizado siguiendo el método tradicional,
aprendido de la observación en sus largas horas en el campo. También ha
rehabilitado dos chozas y ha intervenido en varias fuentes y
manantiales.
Lo que en principio pareció ser un mero entretenimiento, se
ha convertido en una especie de 'obligación' para Adolfo, que con sus
actuaciones pretende concienciar a los antigüedeños y cerrateños de lo
que ha significado y ha supuesto para muchas generaciones este
patrimonio. «Es algo que hago con ilusión y que quizás sirva para que
todos tomemos conciencia de la necesidad de apostar por la conservación
de este patrimonio, muy característico del Cerrato, y que está en serio
peligro, la mayoría de las veces motivado por la mano del hombre»,
destaca Adolfo Cancho.
Tienen siglos
Este pastor asegura que las cabañas se hunden por dentro
por motivos diversos, principalmente por la mano del hombre. «En
general, no valoramos suficiente lo que han significado este tipo de
construcciones para nuestros antepasados, que vivían en ellas durante
varios meses. Son verdaderas obras de arte que podrían durar toda la
vida, pues la mayoría tienen siglos y nos han llegado en perfecto
estado», apostilla Cancho.
Por eso, se ha dedicado durante su jubilación a realizar
cabañas en distintos parajes de Antigüedad, como Valdefuentes, junto al
avión, en La Cuesta, en el Pico Pajarero, en La Atalaya o a la entrada
del pueblo, su último trabajo finalizado en octubre de 2013. Además,
Adolfo ha recuperado varias cabañas que estaban deterioradas en los
términos de Terrileja, El Girón y La Nava.
Pero su inquietud por conservar elementos de la
arquitectura popular también se refleja en la recuperación y
canalización del agua de fuentes y manantiales.
En Valdefuentes realizó la choza de protección para la
acometida de donde sale el agua, la Fuente de la Encina permitió
canalizar el sobrante del agua del Depósito, al igual que ha realizado
en Fuente del Roble, desde donde se divisa una magnífica panorámica del
pueblo y donde muchos vecinos almuerzan los días soleados, gracias a las
mesas y asientos realizados por Adolfo. Algunas de las cabañas
realizadas pertenecen a vecinos particulares.
Pero la sensibilidad de Adolfo Cancho por la arquitectura
popular viene de lejos, pues mientras cuidaba sus ovejas, arreglaba los
baches de los caminos con piedra y tierra. «Siempre me ha gustado hacer
cosas por mi pueblo y pienso que si todos arrimásemos el hombro,
nuestros pueblos estarían mejor», insiste.
Este pastor jubilado ha pasado muchas horas en el campo y
ha observado las diversas cabañas de pastor que aún se conservan en
Antigüedad y en otros pueblos del Cerrato. De esta observación han
surgido sus actuaciones. El secreto está en la traza, que suele ser de
base circular, sobre la que se colocan las piedras en hilera, que se van
cerrando para acabar con el humero. Lo característico de este
patrimonio es que no se utiliza argamasa, sino que se rellena con tierra
y cantos. Y así se ha pasado de generación en generación durante
siglos.
Uno de los secretos de estas construcciones está en la
puerta, que se realiza siempre mirando al sol del mediodía, para que no
entre el aire encañado y porque suele llover menos. Además, las puertas
se hacen bajas para entrar agachado, con el fin de conservar mejor la
temperatura. «Nuestros antepasados eran muy listos y todo lo que hacían
tenía su explicación», asegura Adolfo.
El humero permitía realizar lumbre en el interior de la
cabaña, con el fin de calentarse en las frías noches del invierno o para
preparar el almuerzo o 'rancho' en los pucheros de barro.
Cobijo veraniego
Adolfo Cancho recuerda que las cabañas le han dado cobijo
durante el verano, pues muchas noches ha dormido en ellas. Y sus padres y
abuelos eran habituales moradores de estas chozas. Antes era costumbre
estar fuera del pueblo desde San Pedro hasta los Santos. Así asiente
otro de los pastores ya jubilados en Antigüedad, Daniel Rayaces Frías,
que se suma a la conversación y que reconoce que él ha descansando
muchas veces en estas cabañas. «Arropado sobre la paja de los rastrojos y
envuelto en la capa y la manta, he pasado muchas noches en estas
cabañas. La verdad es que no dormía mucho, pero el cuerpo descansaba. Y
los corrales nos permitían guardar el ganado para protegerlo del lobo»,
recuerda el pastor Daniel Rayaces con una memoria privilegiada a sus 84
años.
Adolfo Cancho y su amigo Daniel Rayaces acumulan una
dilatada experiencia de la vida y de la sabiduría popular aprendida de
las generaciones de antepasados y de su propia observación de la
naturaleza.
Estos pastores conocen perfectamente muchos de los secretos
del campo, saben cuándo va a llover, entienden el significado de unos u
otros aires, identifican a cada una de las ovejas y muchas otras
cuestiones que hacen de ellos hombres eruditos del terreno. Han vivido
una vida sacrificada junto a sus ovejas y con el burro y los perros como
aliados. Han ejercido un oficio que va quedando en desuso, al igual que
las cabañas de pastor y sus corralizas. Y quieren advertir de que se
trata de un patrimonio que peligra y que debe conservarse como muestra
de la historia agrícola y ganadera del Cerrato, para que las futuras
generaciones conozcan mejor sus raíces y den valor al trabajo realizado
por sus antepasados."