lunes, 11 de agosto de 2014

Chozos y corrales



-5- Arquitectura popular      -5.4- Chozos y construcciones pastoriles    
  
Chozos y corrales

      La construcción con la que más se identifica el Cerrato es sin duda el chozo.  

      Se construían con las piedras calizas que se amontonaban en los majanos próximos a los campos de cultivo, y normalmente se situaban junto a los corrales o corralizas. De este modo, los pastores podían tener las ovejas recogidas y protegidas de los ataques del lobo, mientras los mastines vigilaban. A veces encendían fuego dentro de la cabaña para cocinar, o solamente para estar al calorcillo; por eso algunas cabañas tienen un agujero como salida de humos.


    El lugar elegido para construir estas edificaciones pastoriles suele ser un terreno inculto y poco fértil, normalmente en el páramo, y cerca de alguna fuente (para que las ovejas puedan beber). Suelen estar lejos de los pueblos, y no  deben levantarse en ladera, pues los corderos pueden sufrir daños si caen rodando. También hay que tener en cuenta que algunos corrales eran utilizados por los pastores estantes (los del pueblo), y otros por los trashumantes (que pasaban por la Cañada Real; por eso abundan junto a esta vía pecuaria).


El proceso de construcción de un chozo es el siguiente:


-Primero se clava un palo en el suelo con una cuerda atada (como un compás), y se traza un círculo. Así se marca la base de la cabaña. Con dos nudos se delimitaba el grosor de las paredes.

-Entre las dos hojas se introducía un relleno de piedras más pequeñas. Las piedras de las hojas suelen ser de tamaño medio (las de la base son más gordas), y a ser posible, planas al menos por una de sus caras.


-Se encajaban como buenamente se podía , empleando a veces otras piedras más pequeñas como cuñas. Esto es lo que distingue a los chozos cerrateños de otras cabañas: no se utilizaba argamasa para unir las piedras. No obstante, a veces las piedras del relleno se mezclaban con tierra, o se cubría el interior de la cabaña con barro para evitar las corrientes de aire.



    Chozo y corrales de la Paloma




-A  un metro del suelo, la pared comienza a estrecharse y las hiladas se van aproximando. Se colocan las piedras del exterior con una ligera inclinación para evitar la entrada de agua.

-Arriba,  el humero se cerraba con 1 ó 2 grandes lajas (piedras planas) de piedra. Así se cerraba la bóveda. Algunos chozos se dejaban con la bóveda sin cerrar, para que saliera el humo.

-Los chozos no tienen ventanas, y el suelo no tiene ninguna preparación: simplemente se arrancaba la maleza o se apisonaba la tierra. Luego, se podía colocar paja encima para estar más cómodo.


-La entrada al chozo es siempre muy baja, y normalmente orientada al sur (a veces un poco hacia el sureste, pero nunca al norte). 
   El dintel es una sola piedra muy grande (las jambas también son bastante grandes y con las caras planas), y la puerta se cerraba con ramas.

Algunos llevan un murete de refuerzo en la base que rodea al chozo por completo y llega hasta media altura.
 
        Entrada a un chozo
  




Medidas: son variables, pero en general:


-  La altura oscila entre 1 y 5 metros, siendo los 3 metros un tamaño medio. Tienen entre 20 y 30 hileras de piedras aproximadamente.

-   El diámetro varía entre 2 y 4 metros.

-  Los muros de la base suelen tener un espesor de entre 0,8 y 1 metro.

-  El dintel mide entre 0,75 y 1,5 metros , y tiene una anchura de medio metro.
                         Interior de un chozo villaconanciero




En el término de Baltanás, al cruzar la carretera desde Villaconancio, hay un chozo (el Cachorras) de dimensiones colosales. Mide 4 metros de altura y más de 4 metros de diámetro. La puerta es mucho más grande de lo habitual.


Las cabañas se levantaban o bien fuera de los corrales,  o bien empotradas en sus muros y con la puerta muchas veces mirando hacia fuera. Esto se hacía así para que los pastores y el ganado no se molestasen entre sí. 

Los corrales se construían con las mismas técnicas que las cabañas, y suelen tener forma rectangular (aunque no siempre). Las piedras suelen ser de menor tamaño que las de los chozos, reservando las piedras más grandes para las esquinas, las puertas (que se cerraban con tablones) y la base de los muros (que pueden llegar al metro de grosor, y van estrechándose hacia arriba). Los muros no suelen superar la altura de una persona, aunque algunos han sido elevados con malla metálica para impedir la entrada del lobo.

Los corrales llevan el apodo de su dueño (por ejemplo, el corral del Roñas) o el nombre del lugar donde están (por ejemplo, los corrales de Valdehornos).

Existen otros refugios pastoriles como las tenadas (corral en que una parte se encuentra cubierta; antes se cubrían con juncos o leña, y ahora con tejas) o las cuevas o abrigos naturales. En el Monte El Rojo (páramo de El Guijo), hay una cabaña medio subterránea.

Quien quiera profundizar en el tema, puede acudir al libro “Cabañas y corrales de pastor en el Cerrato y en el entorno de la Cañada Real Burgalesa”, de Atilano Martínez Tomé y Santiago Valiente Cánovas, Castilla ediciones, Valladolid 2001.

En Baltanás es donde más abundan los chozos y donde están los mejor conservados. En Dueñas y Antigüedad se han restaurado algunos. En Villaconancio, me parece que están abandonados a su suerte, y aunque se han perdido muchos, aún quedan algunos dignos de una visita. Su estado actual hay quien lo achaca, en parte, a la acción de algunos cazadores que quitan las piedras para coger los conejos que se esconden allí.



En una futura entrada, publicaré el listado de chozos y corrales de Villaconancio, con su mapa de situación.